BÚSQUEDA DEL TESORO

En una esquina una chica toca el acordeón. Un hombre decidido compra una taza con el logotipo de una marca de café, que incluye una historia de regalo. Cada uno de los elementos que la conforman tienen memoria. Por que de eso se trata, hallar de forma inesperada y barata aquello que se está buscando. Un lugar donde la vajilla de las abuelas se reúne con los personajes de nuestra infancia, verduras, frutas y hasta gallinas. Libros decoran veredas de casas bajas, antiguas y algo descascaradas.
Viva y mutante, la fiesta dominical empieza a armarse por la Av. 18 de julio subiendo hacia el norte por Tristán Narvaja para ganar terreno en sus laterales y perpendiculares llenas de todo. En una ruta donde no hay direcciones, las personas se embotellan debajo de árboles y techos de lona. Es un territorio movedizo donde los visitantes camina al ritmo de la voluntad colectiva. La marea humana es calma como la propia ciudad. En puestos infinitos, centenares de vendedores comparten el asfalto desde temprano hasta llegada la primera hora de la tarde. Una invitación a observar, oler, tocar, saborear y escuchar. Como hace 108 años, hasta el próximo domingo.
Montevideo. Uruguay, 2016.
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