25%

Un municipio al norte de la península española. Tierra especializada en la industria textil con sus talleres y fábricas de hilados y tejidos. La plaza mayor, una parroquia, el mercado y un kiosko de música. Había una vez un hostal que visitó mi papá cuando tenía 12 años, y hoy sigue siendo uno de los pocos lugares donde un viajero puede encontrar refugio, el hostal Adela. Doce bares para 1315 habitantes.

Una familia desde el fin del mundo llegó a Pradoluengo con un solo objetivo, aprehender parte de su historia, con pocos datos y los recuerdos de un niño glotón (mi padre) hace 40 años. Somos pocos y nos enteramos rápido es ley primera en un pueblo. Varias preguntas a lugareños y timbres equivocados después dimos con la nuera de nuestro buscado.

A 48 kilómetros al este de la provincia de Burgos, la ciudad se descubre en la Sierra de San Antonio. En un angosto valle rodeado de unos extensos y muy valiosos hayedos. La ruta discurre paralela al río Oropesa que durante muchos años fue el motor principal de la actividad textil de la villa. Acá nació mi abuela paterna, un 25% de mi herencia española.

El encuentro fue en uno de sus tantos bares. Recorrerlos es parte de la rutina burgalesa, una vez por la mañana y otra por la tarde noche. Eso que se conoce en España como “alternar” y Ángel, sin duda el tío lejano más jodón, lo llama “la vuelta”.

El Rick’s Bar es un homenaje a la famosa película Casablanca. Entre cañas y tapas conocimos a Cartucho, el primo de mi abuela. Su nombre sólo lo escuché cuando empezamos a organizar el viaje, pero él nos recibió como si nos conociéramos de toda la vida. La sangre no lo es todo, pero en este caso se notó. Recibí un abrazo fuerte y sentido.

Nos invitó a su casa. Los edificios son bajos y no tienen ascensores, usamos las escaleras para llegar al tercer piso. Ilusa pensé que nos dejaba pasar primero porque iríamos más rápido. Un caballero con 88 años y una agilidad envidiada por estos citadinos. Irrumpimos de sorpresa en un día especial, el cumpleaños de su mujer. Algunos de sus hijos estaban reunidos y otros viven en Burgos, un llamado y ya eran nuestros guías en nuestro próximo destino.

Prometimos volver durante el mes festivo por excelencia: agosto. Es cuando se celebran las fiestas patronales, el chupinazo da comienzo a la diversión y alegría por varios días continuos. No solo para beber del famosos botellón (nuestro viajero pero en tamaño XL), sino también para conseguir un pretendiente.

No podíamos irnos sin conocer la fábrica Salazar. La principal actividad económica es la industria textil, en particular la fabricación de calcetines. Una labor que se mantiene en la familia desde hace años. Ahora sí, mis pies siguen caminando España protegidos con historia y en familia.

Pradoluengo. Septiembre, 2014.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *