POR UN MINUTO

Eva Perón dio su último discurso en este mismo balcón el 1º de mayo de 1952. El 1º de mayo de 2015 el cuerpo de trescientas personas fueron el de Evita durante un minuto. Mientras en la Plaza de Mayo algunas personas disfrutan del paseo turístico, el artista uruguayo Martín Sastre sale al balcón y levanta los brazos para hacer el clásico saludo peronista. Su remera es negra con una inscripción en blanco: EVA.

La propuesta era permanecer allí durante un minuto para experimentar lo que sintió la líder política. Ingresamos en grupos de a diez y todo comienza al entrar a la Casa Rosada. La voz acalorada de Evita resuena en la imponente escalera de mármol. Nos invita a seguir caminando por salones con imágenes de ella y de su marido. En la habitación continua al mítico espacio la multitud ya se hace escuchar. Esos momentos previos de espera incrementan la adrenalina.

Al llegar al balcón, una ambientación sonora te envuelve. Tres micrófonos de la década de 1940 decorados con una cinta celeste y blanca nos esperan. Al levantar la mirada la plaza invadida de transeúntes y de militantes del Frente de Izquierda, una cámara y luces nos devuelve al presente.

El momento histórico es otro, y los medios de comunicación también, pero la plaza sigue siendo el escenario de manifestaciones políticas. El balcón se abrió al pueblo (este es habitualmente vedado en las visitas guiadas al público).

“Estos salen así y no, tienen que salir con los brazos arriba como hacia ella”, dirige al paso un espectador de buzo rojo. Miradas perdidas a lo lejos, lágrimas de emoción, pequeños discurso, saludos a los espectadores, el saludo peronista, simples sonrisas, una pareja inmortalizando al icónico dúo con un beso, la V de la victoria, algunos tímidos que tan solo salieron unos segundos, otros no pierden la oportunidad de sacar una selfie y porque no un hombre que canta “No llores por mí, Argentina”. Cada uno le pone el toque personal a su minuto.

El cuerpo como espectáculo fue parte de la política peronista. Y una vez más el cuerpo es el protagonista en una nueva era. La era de la selfie, muy organizada y preparada con equipamiento técnico. Un asistente cronometraba cada evento, una cámara sorprendía desde abajo haciendo un primerísimo primer plano y de vez en cuando salían a acomodar las luces, levantar los micrófonos y enderezar las escarapelas gigantes.

Desde abajo el balcón se ve lejos, pero desde arriba la plaza está cerca. Durante cuatro horas los curiosos tuvimos la oportunidad de contemplar desde el punto de vista de Eva y vibrar con el clamor de las masas.

Eva volvió y fue 300 performers.

Buenos Aires. Mayo, 2015.

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